El Juego de la Arbitrariedad
... Había un grupo de personas, hombres y mujeres, viejos y jóvenes, todos vestidos con los trajes más extraños y sin hablar. En el suelo había un montón de grandes dados, y en los seis lados de cada dado había letras. Una y otra vez, aquellas personas revolvían los dados y luego los contemplaban fijamente largo tiempo.
-¿Qué hacen? -susurró Bastián-. ¿Qué clase de juego es ése? ¿Cómo se llama?
-Es el juego de la arbitrariedad -respondió Árgax. Les hizo señas a los jugadores y gritó-: ¡Bravo, muchachos! ¡Adelante! ¡No os detengáis!
Luego se volvió a Bastián y le cuchicheó al oído:
-Ya no saben narrar. Han perdido el lenguaje. Por eso he inventado ese juego para ellos. Como ves, los entretiene. Y es muy fácil. Si lo piensas, tendrás que admitir que todas las historias del mundo, en el fondo, se componen sólo de veintiséis letras. Las letras son siempre las mismas y sólo cambia su combinación. Con las letras se hacen palabras, con las palabras frases, con las frases capítulos y con los capítulos historias. Mira, ¿qué pone ahí?
Bastián leyó:
HGIKLOPFMWEZVXQ
ZXCVBNMASDFGHJKLÑ
QWERTYUIOP
ASDFGHJKLÑ
MNBVCXZLKJHGFDSA
POIUYTREWQAS
QWERTYUIOPASDF
ZXCVBNMLKJ
QWERTYUIOP
ASDFGHJKLÑZXC
POIUYTREWQ
ÑLKJHGFDSAMNBV
...
... Pero si se juega mucho tiempo, durante años, surgen a veces, por casualidad, palabras. No palabras especialmente ingeniosas, pero por lo menos palabras. "Calambrespinaca", por ejemplo, o "choricepillo", o "pintacuellos". Sin embargo, si se sigue jugando cien años, mil años, cien mil años, con toda probabilidad saldrá una vez, por casualidad, un poema. Y si se juega eternamente tendrán que surgir todos los poemas, todas las historias posibles, y luego todas las historias de historias, incluida ésta en la que precisamente estamos hablando...
Michael Ende, La Historia Interminable.
Un Jatapunte: Escribiendo el resultado de los dados tal como viene en el libro, me he dado cuenta que las letras que aparecen son casi siempre hileras de teclas consecutivas de un teclado qwerty.
-¿Qué hacen? -susurró Bastián-. ¿Qué clase de juego es ése? ¿Cómo se llama?
-Es el juego de la arbitrariedad -respondió Árgax. Les hizo señas a los jugadores y gritó-: ¡Bravo, muchachos! ¡Adelante! ¡No os detengáis!
Luego se volvió a Bastián y le cuchicheó al oído:
-Ya no saben narrar. Han perdido el lenguaje. Por eso he inventado ese juego para ellos. Como ves, los entretiene. Y es muy fácil. Si lo piensas, tendrás que admitir que todas las historias del mundo, en el fondo, se componen sólo de veintiséis letras. Las letras son siempre las mismas y sólo cambia su combinación. Con las letras se hacen palabras, con las palabras frases, con las frases capítulos y con los capítulos historias. Mira, ¿qué pone ahí?
Bastián leyó:
HGIKLOPFMWEZVXQ
ZXCVBNMASDFGHJKLÑ
QWERTYUIOP
ASDFGHJKLÑ
MNBVCXZLKJHGFDSA
POIUYTREWQAS
QWERTYUIOPASDF
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QWERTYUIOP
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POIUYTREWQ
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... Pero si se juega mucho tiempo, durante años, surgen a veces, por casualidad, palabras. No palabras especialmente ingeniosas, pero por lo menos palabras. "Calambrespinaca", por ejemplo, o "choricepillo", o "pintacuellos". Sin embargo, si se sigue jugando cien años, mil años, cien mil años, con toda probabilidad saldrá una vez, por casualidad, un poema. Y si se juega eternamente tendrán que surgir todos los poemas, todas las historias posibles, y luego todas las historias de historias, incluida ésta en la que precisamente estamos hablando...
Michael Ende, La Historia Interminable.
Un Jatapunte: Escribiendo el resultado de los dados tal como viene en el libro, me he dado cuenta que las letras que aparecen son casi siempre hileras de teclas consecutivas de un teclado qwerty.
1 Comments:
Mira que tal eh?
Muy interesante. Me agrado mucho tu post.
Un saludo.
Bon
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