31 agosto 2006

Carta a Antonio Burgos

Ante todo buenas noches. Creo que ha conseguido lo que quería; su artículo, ha hecho mucho ruido, ruido que produce dolor de oídos, de estómago e incluso de alma.

Me gustaría haberlo visto a usted, este verano, en aquella playa de Tenerife, decirle a esas criaturas desnutridas y muertas, que sólo eran negros ilegales. Aunque realmente dudo que hubiera tenido valor. Me pregunto también qué hubiera sentido usted al ver tal situación. Quizás, ni se hubiera acordado del precio de ese pedazo de avión, pagado con nuestro dinerito e incluso se hubiera acercado a arroparles para que no pasaran frío.

Quizás, esos negros, merezcan más ser español que usted. Al menos, han demostrado, con diferencia, más valor.

Su poca consideración humana y su ansía de plumas de oro han consigo que yo, al igual que Cádiz, le haga hijo predilecto. La diferencia es que para mí, al igual que para muchas personas más, a partir de hoy usted será el Hijo predilecto del odio y de la insensibilidad.

Antonio Jesús Córdoba Rojas