Vuelvo

Aprender se aprende, sin duda, que no vale la pena imponer nada. La verdad, al fin y al cabo, es aquello que percibimos, que nos hacen ver, y que sin embargo puede o no ser cierta. Cuando la venda se cae de los ojos, es cuando notas que el orgullo es distinto al amor a uno mismo, pero que cuando lo segundo no existe, lo primero deja también de existir.
Quizá, el positivismo me lleva a pensar que al menos, durante ésta época de mi vida, me he sentido vivo. O simplemente, siendo menos trascendental, he sentido.
Vuelvo, y vuelvo siendo más yo.